Casbah. Lugar de tierra y tiempo

Ampliación y rehabilitación de vivienda unifamiliar

A través de la rehabilitación y ampliación, el proyecto transforma una parcela inicialmente indefinida en un lugar con identidad propia, donde la arquitectura se construye con el paso del tiempo.
Cliente: Vega y Carlos
Superficie: 257.1 m2
Estado: Finalizado
Cronología: 2024
Localización: El Zorongo, España
Tipo de obra: Ampliación y rehabilitación de vivienda unifamiliar
La casa, antes fragmentada, se recompone en un diálogo sereno entre la preexistencia y la ampliación. Cinco volúmenes emergen con naturalidad, como si siempre hubieran estado ahí, conectados por espacios intermedios donde el tiempo transcurre más lento. Y un sexto volumen, en negativo, se hunde en la tierra: la piscina, que no es solo agua, sino reflejo, vacío, cielo atrapado en el suelo.
Las fachadas de cal y arcilla, en un tono terracota que recuerda a la tierra aragonesa, no buscan imponerse, sino fundirse con el paisaje. Como en la arquitectura mudéjar, el material aquí no es solo un revestimiento, sino un organismo vivo, que respira y cambia, que se llena de matices con el sol de la mañana y se tiñe de sombras al atardecer. Con los años, la casa no se degradará, sino que se transformará con dignidad, dejando que el tiempo la esculpa con suavidad. En este proyecto, la luz moldea la arquitectura, bañando cada volumen de manera distinta según su orientación y la hora del día.
Los espacios intermedios se transforman en recorridos que conectan las distintas estancias, permitiendo percibir la vivienda como un todo continuo. La luz moldea las texturas y define el carácter del interior. Este espacio se impregna de calidez y armonía, donde volúmenes geométricos conviven con materiales y elementos orgánicos. Juntos configuran un entorno delicado y singular, en el que la materia y la atmósfera dialogan en equilibrio.
En el proceso de ampliación que se ha llevado a cabo en este proyecto, se partía de dos volúmenes originales, a los que se les ha dado una nueva vida, incorporando en la parcela otros tres módulos nuevos. La intervención no llega a imponer, sino a escuchar, a interpretar lo que ya existía y a prolongarlo con nuevos ecos. Estos nuevos cuerpos se integran de manera orgánica en la parcela, generando una vivienda que cambia y evoluciona con su entorno, convirtiéndose en un testigo silencioso del paso del tiempo.
En los espacios interiores, se plantean estancias con carácter, que se comunican entre sí, y donde los detalles marcan la diferencia. Los materiales y formas se convierten en protagonistas, generando un juego de texturas, colores y líneas que aportan dinamismo a la vez que armonía y calidez.
Un elemento a resaltar de esta vivienda es la creación de espacios modulables y versátiles, que dialogan activamente con el paso del tiempo y el uso cotidiano. La luz, el movimiento y la materialidad no solo estructuran el espacio, sino que lo transforman en una experiencia dinámica, en constante evolución. Cada estancia se convierte así en un escenario cambiante, donde la rutina se reinventa y lo común se resignifica. El habitar se vuelve un acto lúdico y consciente, donde el entorno no solo se transita, sino que se interpreta y se moldea.
Esta vivienda, tras la rehabilitación y la ampliación, ha cobrado una nueva identidad. Se fusiona con su entorno, respeta la esencia del hogar aragonés, y con un nuevo sentido, mira hacia un futuro habitable donde el tiempo marcará el ritmo de vida.

Dibujo realizado por Irene Beltrán Monclús, Arquitecto junior de Cronotopos Arquitectura

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